jueves, 28 de septiembre de 2017

Debería estar...

¡AAAAUUUUU!

Sentía dolor, pero no era tanto como esperaría que me produjera un cuchillo incandescente clavado en el pecho - No ha podido mantenerlo ardiendo - pensé, pero entonces no tenía sentido la llamarada que me envolvió, antes de ser empujado hacia atrás.

Noté como la sangre caliente brotaba de mi ¿pierna? No tenía sentido, prácticamente estaba a la altura de mi cara cuando vi el cuchillo por última vez. Cuando me atreví a mirar, pude ver que en mi pierna no había clavado un descomunal cuchillo si no un pedazo, bastante considerable, de hierro.

- ¡Que nadie toque ese cadaver! ¡Me pertenece! - Gritaba Galius mientras se hacia hueco entre la gente para llegar a mi.

- ¿Vas a hacerme tuyo Galiusin? Vas a hacer que me sonroje con esas proposiciones delante de tanta gente.- Dije intentando ponerme de pie, ayudado por mis soldados que reian.

Galius se quedo helado unos segundos al ver que yo seguía vivo, cosa que tampoco yo podia explicar, luego se acercó intentando disimular, sin éxito, que cojeaba - He conseguido hacerle daño - pensé marcando una sonrisa. Clavó los ojos en mi pierna y en el trozo de metal que había clavado en ella y, bastante más rápido de lo que esperaba, ató cabos. - ¿¡QUIÉN COJONES HA ROTO MI CUCHILLO!? - tronó su voz mientras arrancaba el trozo de metal de mi pierna como quien quita una flecha clavada en una diana.

- Yo he sido, iba a matar a uno de mis servidores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario